Mi biblia de estos últimos meses: el lunario

Tu camino, como un tren, tiene estaciones en las que te hace parar y aprender algo

Esto fue para mí Pontons. Pontons al principio tenía que ser LA casa, el lugar en que, por fin, yo pudiese vivir en la montaña y sentirme integrada en medio de la naturaleza.

Ciertas vicisitudes hicieron que pronto nos diésemos cuenta que ese no era el lugar para que nuestra familia fuese feliz, así que ya desde el principio, sabíamos que estaríamos allí de forma temporal. Unas semanas o unos meses quizás, pero nuestra verdadera casa no era aquélla.

Nuestra verdadera casa aguardaba en otro lugar, paciente, a la espera de recibirnos con los brazos abiertos.

El huerto temporal: redescubrir la conexión con la tierra que pisas.

En esa casa momentánea, en Pontons, había un terreno con las características ideales para crear un huerto. ¿Un huerto? ¿Por qué no? Era algo que resonaba con el hecho de querer comer ecológico, verde, y sano…¿Y si nosotros mismos nos cultivásemos nuestra propia comida? Eso se tenía que probar.

Pedimos asesoría a un par de permacultores, y, tras mucho trabajo, y muchas agujetas, el huerto empezó a tener forma. Y en poco tiempo, empezó a tener planteles, pequeñitos, delicados, de varias especies de hortalizas…

Lo que yo no me esperaba es que vivir el huerto, vivir la tierra, me apasionase y absorbiese tanto. Me atrajo 100% desde el minuto 1, y creo que es porque me lo tomaba como una forma holística de sentirme enraizada, de vivir el planeta que piso y en el que habito, y relacionarme de una forma más íntima con él.

Mis manos y la tierra. Conocer plantas que antes no conocía. Aprender acerca de la permacultura, los ciclos de la Tierra, de la Luna…y darme cuenta que todo casaba con el trabajo holístico del cuerpo, el trabajo holístico de nuestro propio ciclo…

Así pues, contactar con la tierra del huerto holístico (permacultivo), me conectó aún más con el ser que soy, y con la unidad de todo lo que es.

 

Ahora ya estamos en la nueva casa

Cuando nos fuimos de Pontons el huerto se quedó allí, claro. En la nueva casa no hay espacio para cultivar la tierra, pero sí tengo una terraza bastante grande en la que crecerá el huerto urbano. Y en la medida que pueda me seguiré basando en mi recién descubierta pasión, la Permacultura.

Tras la mudanza aún no tengo capacidad de dar los primeros pasos del huerto, de forma física, pero sí ya tengo ganas de empezar a planificar. No todo y al detalle, sino dejar por escrito algunas ideas que sean impulso para que poco a poco vayan viniendo vegetales a vivir con nosotros, en nuestro nuevo hogar, y convivan con nosotros, dándonos sus frutos y nosotros aportándoles cuidados.

El huerto urbano: la idea de la idea (protoidea para el nuevo espacio)

Miro el lunario, y ahora que estamos a final de Agosto, inicios de septiembre de 2017, me da algunos datos que me hacen pensar que los primeros días de septiembre son buenos para impulsar este espacio:

  • Es buen momento para empezar con la siembra en tiesto de: judías, nabo, cebolla blanca, rábano, col, espinacas, perifollo, berro, rúcula, lechuga, canónigos, guisantes, lentejas.
  • Sea o no buen momento, traeré también esquejes (o planta entera) de culinarias y medicinales que a menudo usamos: laurel, tomillo, romero, menta, stevia…
  • Mientras se crea el huerto, es buen momento para crear espacio pequeño y práctico para compostaje casero.

Así pues ya tengo plan para los próximos días: 

  • conseguir tierra para los tiestos
  • conseguir recipientes reciclados que se convertirán en tiestos
  • encontrar un vivero chuli cerca de casa
  • sembrar judías y lentejas, que tengo en casa

¿Y tú?

¿Cómo te relacionas con las plantas? ¿Consideras que conectar con el mundo vegetal te acerca a la mujer holística que eres? Te espero en los comentarios.

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Hasta pronto.